Martina llega alegre y divertida, cargada con su silla y su nevera de camping. Saluda aquí y allá, pregunta por la familia de este y de aquella, nos reconoce a tí y a mí. Es normal, venimos todos los días al mismo sitio y ya hay confianza. Es un buen día y lo vamos a pasar bien. De su nevera irán saliendo objetos imposibles, juegos que compartir, anécdotas, historias... El público, ahora parte de esta “comunidad del pic-nic”, también tendrá que participar en esos juegos, crear objetos con su imaginación e improvisar con Martina. Mientras, Martina, nos irá transmitiendo entre guiño y guiño su mensaje más vital. Cuando nos hayamos dado cuenta ya habremos “echado la tarde” juntos y será hora de volver a casa. Pero seguro que volveremos con una sonrisa en la cara.